lunes, 8 de octubre de 2012


EL DESCARRILAMIENTO DEFINITIVO DEL GREMIO DE MONTES.

Creí que lo había visto casi todo hasta que me desayuné el día 4 de Octubre (día de nuestro Patrón) con esta noticia: El Colegio de Ingenieros de Montes le otorga la Medalla de Honor (por su supuesta Gestión Forestal en Montes Privados) a Patxi Garmendia, ese infausto personaje que ha inundado los campos españoles con cuatro millones y medio de gallinos anuales, igual que si fueran el buche de una oca.


Independientemente de que la gestión del Colegio haya sido errática, ineficiente y a veces inexistente (coincidiendo con la fatídica “Gestión por Abstención” que se está llevando en muchos montes españoles), el hecho de tomar iniciativas de este tipo es algo más que preocupante.

Pues si hay alguien en el panorama cinegético español que haya contribuido con mayor afición y denuedo al fin de la patirroja española, de nuestra querida perdiz roja, ése ha sido Patxi Garmendia.

Una persona que ha ayudado a que nuestra perdiz haya desaparecido definitivamente de muchos cotos señeros antaño y haya sido sustituida por una impostora de granja que, ni de lejos, puede dar el pego a los cazadores que hemos cazado auténticas perdices autóctonas.

Un gallino del que se derivan multitud de problemas ecológicos (aumento de la predación, transmisión de enfermedades, contaminaciones genéticas, etc.) no sólo para la perdiz autóctona sino también para el resto de la fauna.

Lo incomprensible (a ojos del profano) es que el principal órgano colegial de los Ingenieros de Montes de España, lejos de condenar la actitud de este mercantilista y de luchar a brazo partido por recuperar el patrimonio cinegético español, encima condecore a semejante pajarraco (http://lema.rae.es/drae/?val=pajarraco).

Claro, que si analizamos la contribución que muchos ingenieros de montes han tenido para la expansión de esta nueva especie de gallino de goma, entonces empezaremos a comprender el conchabe y el amancebamiento entre mercantilismo y el mundo de la ingeniería de montes. Algunos hay de reputado nombre que se han cargado Santa Cruz de Mudela o El Bonillo y otros cotos otrora señeros, en favor de la ocupación del usurpador gallino de granja, me imagino que con no pocas prebendas.

Ésta es la guinda, pues, que hacía falta para comprobar tan infausto fornicio entre los que deberían defender el monte y no lo defienden, y el que es condecorado por la gestión forestal en montes privados, insultando así a tanto buen Ingeniero de Montes con mayúsculas que ha dejado su vida en la gestión forestal auténtica.
No entro ya a comentar informaciones periodísticas que ahondan todavía más en este cáncer porque no dispongo de datos para contrastar la información ni pretendo acabar con una úlcera de estómago. Que cada cual se forme su propia opinión de ésta y de otras referencias de Internet:


Desde el Colegio de Ingenieros de Montes nos están insultando. Están insultando desde a Heinrich Cotta y D. Bernardo de La Torre y Rojas hasta a mi propio padre (valga la comparación, cada uno en su campo), pasando por Máximo Laguna, Sainz de Baranda, Castellarnau, Codorniu, Mackay, y los muchos cientos de ingenieros que desarrollan su labor profesional y calladamente en beneficio de los montes privados y públicos españoles.

Compararlos siquiera con un mercader de gallinos, y que esa comparación salga de la propia sede del Colegio de Ingenieros de Montes en tamaña felonía, me reafirma en la correcta decisión que tomé este año de borrarme del Colegio y de no contribuir con mi peculio a este tipo de fastos vergonzosos.

Hace tiempo que el Colegio ha perdido el rumbo, porque tristemente hace tiempo que nos dejamos comer el pastel, que nos dejamos robar la merienda delante de la indiferencia generalizada de este gremio, dirigido por gente que, como comprobamos ahora, es poco conveniente.

Gracias a Dios todos los que he citado antes están muertos y no pueden asistir aquí a este bochornoso reparto de despojos, aunque sin duda dibujarán una mueca sarcástica desde sus montes celestiales cuando el mayor mercader de gallinos reciba una condecoración señera que, a día de hoy, ha sido eternamente mancillada.

Nuestro Patrón, San Francisco de Asís, quién sabe si llorará desde su trono en el Cielo por su Hermana Perdiz, y quién sabe si no habrá sentido el lacerante dolor de un nuevo estigma al ver campar a su libre albedrío a la impostora gallina de goma por los eriales, montes y siembras de nuestra querida Piel de Toro.

Alfredo Elvira Serrano.

Ingeniero de Montes (a mucha honra).

1 comentario:

  1. Tienes mucha razón y eres un valiente cuando te atreves a denunciar este esperpéntico honor que se le entrega a Garmendia por parte del Colegio de Ingenieros de Montes. Flaco favor se hacen a si mismos. Resulta insultante y ridículo, al mismo tiempo, premiar a aquel que causó tanto daño a una especie salvaje. No se que será peor entregar el premio o recibirlo, mas que nada porque semejante mérito demuestra que muchos mas de lo que aparecen han colaborado en la práctica extinción de la perdiz roja autóctona silvestre, por activa y por pasiva. Pero además, por lo visto, siguen colaborando y dando premios a los autores del desastre.

    Pero, al hilo de esto, abundando en autorías y responsabilidades impunes, yo me pregunto:
    Los que ahora critican a Garmendia y se han pasado media vida ocupando cargos en el sector cinegético y en entidades mediambientales de este país, ¿donde estaban cuando empezó este "genocidio" ecologico-cinegético, previsto, por cierto, en la legislación vigente como punible? ¿porqué no le denunciaron en su momento, aquellos que podían y debien hacerlo, por razón de su cargo, teniendo como tenían pruebas irrefutables de que los gallinos eran nocivos para la perdiz?.
    Alfredo, "entre todos la mataron y ella sola, -la perdiz roja española- se murió", pero de asco y verguenza, al comprobar el desprecio de los que debían protegerla y no lo hicieron, ni antes, ni ahora, despues de proporcionarles dinero, méritos y satisfacción a muchas generaciones de cazadores.
    Claro que, como en este país lo de exigir responsabilidades esta mal visto, así pasa que, a toro pasado, todos somos estupendos, todos critican a los demás -especialmente los que debían haber tomado soluciones al problema- y nadie tiene culpa de nada.
    Resultado: La perdiz roja esta a punto de desaparecer, pero aquí no se tira de la manta, pudiendo hacerlo y con la Ley -la de antes y la de ahora- en la mano.

    Cordialmente,

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